sábado, 5 de diciembre de 2009

Al final, la vida sigue igual...

Después de 3 días despertándome con pesadillas, vuelvo a dormir bien.
Al escribir un mail y verbalizar, me di cuenta de que mis ganas de morirme del último mes reflejaban mi deseo de huir de mi vida, pero en realidad no quiero huir de la vida. Me di cuenta de que era la salida fácil. Desde entonces no visualizo las venas de mi muñeca. Esto ocurre hace sólo un par de días, pero es un descanso. Comenzaba a asustarme pensando que era una loca suicida. Ahora ya sé que no.
Empecé a quedar con un amigo para ir a trabajar en una biblioteca y en 3 días tengo la estructura del guión, la escaleta casi hecha y un par de página guionizadas. Quizás tenga facilidad, cuesta esfuerzo, pero me gusta y me siento mejor. Creo que por fin me decidí a apostar por mí.

Con T. la historia simplemente se desvaneció. Nos vimos una vez que vino a buscar unas cuantas cosas y cruzamos un mail. Le dije lo que esperaba de una relación y que entendía que él no podía dármelo. Me dio la razón y me ofreció su amistad, que es lo único que me puede dar.
No le pedía sus apellidos ni que me retirara. Tan sólo le decía que quería a alguien que estuviera allí, que compartiera sus problemas conmigo, que me cuidase y a quién cuidar. Hacer equipo aunque sólo fuera para un ratito, no para siempre.
Supongo que me resulta difícil de entender que alguien pase más de un año conmigo, que diga que me quiera, que se plantee la posibilidad de vivir juntos y que sin embargo sólo pueda ofrecerme amistad...
Él estaba empeñado en que siguiéramos hablando y fuéramos amigos. He sido tajante y las 3 veces que hemos hablado le he tenido que decir que no. Es duro, pero es lo mejor para mí, sin duda.

Creo que empiezo a permitirme asumir que lo echo de menos. Así que sigo esperando que pase tiempo y olvidarlo.

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