lunes, 23 de marzo de 2009

Y otra vez se va

Aquel día T. me llamó y me trajo la cena: sushi. Compró fresas, hizo un batido e hizo un amago de hacer un helado. Todo porque 3 tardes yo le había propuesto tomar un helado aprovechando los primeros calores primaverales.
Y... tuvimos la conversación. El mismo día que supimos que se volvía a ir. Le pregunté sobre sus intenciones, algo así como que me declaré y le dije que le quería, un poco.
Para él nos estamos empezando a conocer y le gusto. No voy a sacar nada más, parece.
Sin embargo, creo que me he relajado, más o menos.
De repente me he dado cuenta de que soy yo la que se pone en una posición pasiva, algo así como: apta para ser dejada. Como si las cosas no las pudiera decidir yo, como si estuviera siempre a merced de la pareja de turno.
Cuando tenía veintitantos casi siempre era elegida, me limitaba a escoger entre los que me elegían. Bailaba con los ojos cerrados, cuando los abría había alguien que me miraba, así de sencillo.

Tal vez algo esté cambiando... el Sábado cenaba con mis compañeras menopaúsicas. Dijo que me llamaría. Yo llegué a casa a las tres. T. no me llamó. Y en vez de pensar que pasaba de mí, pensé que bueno, que yo tampoco iba a llamarlo. Porque no eran horas, pero sobretodo porque lo que realmente me apetecía era irme a dormir.
Cuando al día siguiente se disculpó por que se le pasó la hora y no se dió cuenta, dije que no pasaba nada, y esta vez era de verdad.

martes, 17 de marzo de 2009

Una decisión

T. parece interesado en quedar conmigo, pero es sólo de palabra. Sus actos van en dirección opuesta.
Ayer me preguntó a qué hora salía, le dije que terminaba a las siete. Quedamos en que le llamaba a la salida. Y cuando lo llamo dice que está en una casa okupa en el extrarradio y que no sabe para cuánto rato tiene. Me pregunta que yo qué voy a hacer y me quedo sin respuesta. Cuando en realidad debería haber dicho: no lo sé, pensaba que iba a quedar contigo.
Dice que ya me llamará. Y de lo que tengo ganas es de apagar el teléfono. Es una forma de no estar esperando una llamada que no va a llegar. Yo decido que no va a llegar y así evito esperarla. Pero al final es una trampa, venzo la tentación de borrar su número. No me importa tanto como para eso.
Pero es todo mentira.

Tenemos pendiente una conversación que defina qué estamos haciendo después de tantos meses. Creo que él lo sabe y por eso evita el encuentro. Supongo que debería tomar una decisión.

lunes, 16 de marzo de 2009

Como una cabra

Así estoy. Hoy he borrado su número del móvil. No nos hemos visto y apenas hemos hablado porque estaba rodando de noche. Y... me rallé y borré su número. Sabía que lo tenía por ahí, no era un castigo hacia él. Era una forma de evitar llamarlo, para no sentir que lo persigo.
Lo único positivo del tema es que como sé que son mis neuras, pues me abstengo de montar bronca al otro, me la como yo solita con patatitas. Y cuando me ha llamado, pues yo tan simpática, aquí no ha pasado nada.
Dios, esta doble personalidad me está matando...

domingo, 15 de marzo de 2009

Distorsionando

Cuando le dije a mi psi que ya no tenía parámetros, que ya no me podía fiar de mí misma porque distorsionaba la realidad, dijo que al menos ahora era consciente...
Antes enseguida pensaba: pasa de mí, y entonces yo pasaba más, era la más chula del barrio, la tía más chunga y ahí te quedas.
Ahora espero y sufro. Sufro porque no sé si pasa de mí o todo está en mi mente. No sé que es lo que puedo exigir, así que no pido nada. Permanezco esperando, a ver qué pasa.

Ante ayer soñé que estaba en un balcón y mi ex pasaba por debajo. Yo le escupía y me escondía. Me daba un ataque de risa que tenía que sofocar. Él miraba hacia arriba y sabía que era yo, así que me hablaba por el interfono. Sabía que le estaba escuchando, decía que quería verme, que cuando yo estuviese preparada. Yo permanecía agazapada y sentía vergüenza por haber escupido, por haberme escondido, por no ser capaz de responder.

T. vino el Viernes. Hemos pasado juntos 4 noches dese entonces. Y cada dos por tres creo que ahora sí, ahora sí que sí pasa de mí. Es agotador y en absoluto práctico estar así. Supongo que debería hablar con él y saber dónde estoy, pero él es la indefinición por definición. A menudo tengo ganas de mandarlo a la mierda, simplemente por no seguir en esta dinámica, por no enfrentarme a algo que llegue a ser una relación.

El otro día, después de hacer el amor, después de fumar un peta, me di cuenta de que cada vez me gusta más y se lo dije. Y que no podía controlarlo y eso no me gustaba. Que tenía ganas de salir corriendo en dirección opuesta. Miedo, mucho miedo. Él me dijo que se levantaba en 3 horas, que estaba todo fumado y que esto era algo como para sentarse a hablar.
Yo me puse chula: no le estaba pidiendo que me dijera nada. Simplemente me había dado cuenta de que el hecho de que la relación con mi ex acabase como acabó me había marcado, aunque en principio yo pensaba que no.

No nos hemos visto en todo el fin de semana. Sí, él estaba en un rodaje, pero hoy sólo era un plano. Así que ni idea. Debería llamarlo, debería esperar hasta el infinito y más allá.
Debo hacer mi vida y si aparece ya aparecerá.
Si tan sólo supiera dónde estoy...

lunes, 2 de marzo de 2009

y vuelve...

Después de romper con mi ex, peregriné por varios pisos hasta encontrar un lugar para mí. Tengo que decir que el sitio está muy bien, que he mejorado (obviando que tengo que compartir).
En uno de ellos estuve tres meses y tuve a T. como compañero de piso. Cuando llegué allí yo estaba literalmente hundida. Nos fuimos haciendo amigos, así sin prisa, poco a poco. Nos contábamos nuestros ligues, veíamos la tv después de cenar. Compartíamos dulces en los momentos de hipoglucemia...
Un par de meses después de que dejara el piso, era verano, quedamos una Sábado y simplemente sucedió. Acabamos en su casa (antigua casa mía) de nuevo compartiendo dulces y petas frente al televisor a las 10 de la mañana. Creo que no fue hasta un par de horas más tarde que acabamos liándonos. Y tuve que tomar la iniciativa, además. Hicimos un intensivo y no volví a mi casa hasta la tarde del Martes. De locura, con desmayos por inanición por mi parte incluídos.
La cosa fue evolucionando bien rara y unas semanas después se fue de la ciudad para un par de meses. Yo insití en cortar contacto, en cada cual su vida. Pero él llamaba y llamaba. Y así lo que iban a ser 2 meses se convirtieron en 6 meses (medio año!) de relación telefónica. Con un intensivo una vez al mes.

El Viernes vuelve a la ciudad. No sabe si será por un mes o algo más. Y yo, optimista por naturaleza, creo que en breve volverá a marcharse y habrá que tomar una determinación. Y que como siempre no habrá perdices ni felices.