Hablé con mi analista lo de los sueños, parece que no renuncié a mi ex, esa parece ser la clave.
T. vino en Semana Santa, su ex, con la cual tuve mal rollo mucho antes de conocer a T., celebraba su cumpleaños y yo fui incluída en la invitación.
De repente era como una presentación oficial. Ella y yo fuimos infinitamente civilizadas. T. pululaba de un lado a otro, pero manteniendo la distancia, esporádicamente se sentaba a mi lado. Por supuesto, yo prefiero que se divierta a que se agobie pendiente de mí. Yo lo pasé bien, me reí mucho. Pero...
Pero era consciente que no me sentía la pareja de T., me sentía la pareja de mi ex. No sé como explicarlo mejor, pero así fue.
Supongo que fue mi primera relación con perspectivas, incluso aunque yo no fuera consciente hasta después de rota. Yo esperaba una serie de cosas del futuro, teníamos planes a corto plazo, planes sin formular a largo plazo. Y cuando todo pasó, de repente (él lo describió como un ciclón), yo me quedé descolocada. Me fui un fin de semana, y al volver la semana siguiente no transcurrió ni remotamente parecida a como yo esperaba. Me quedé fuera de juego. El tiempo se detuvo en ese día, como si se hubiese bifurcado un universo paralelo, donde la vida seguía por sus cauces normales y yo me hubiese quedado en el camino equivocado. Lo peor es que la sensación, después de un año y medio, no termina de desaparecer. Creo que está mitigada, creo que Bruno ayuda mucho y creo que me molesta que para deshacerme de ella tenga que recurrir a él. Pero así parece que funciono.
La buena noticia: Volví a soñar con mi ex, pero esta vez él nos veía pasar, a T. y a mí como pareja. Y yo pensaba: bueno, tendrá que aconstumbrarse.
T. ha dejado de querer esconder lo nuestro, incluso cuando le llamaron sus padres les dijo que estaba conmigo, la amiga que le había guardado el gato. Sé que no es mucho, pero soy consciente de que es una forma de introducirme.
martes, 21 de abril de 2009
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