jueves, 2 de abril de 2009

Un gato es más que un cepillo de dientes...

Me rompí un dedo del pie. Caminaba llena de ira hacia la habitación. Yo entré y mi meñique se quedó fuera. Y yo me quedé fuera del corto, después de un mes de preproducción.
Hoy me pasé por allí y tuve que contenerme para no intervenir. Al volver a casa parecía que lo hiciese de la guerra, con las muletas y un infinito cansancio.

Le estoy guardando el gato a T. mientra encuentra piso donde instalarse. El otro día, hablando de otra cosa, me dijo que él siempre se ilusionaba mucho con todo y que luego se daba la gran hostia. Que por ese motivo intentaba frenarse cuando se entusiasmaba. Creo que estábamos hablando de trabajo, pero me dejó atónita. ¿Era consciente de que se puede aplicar a eso nuestro que no sé si es algo o no? es tonto fingir que no sé, algo es, claro.

Me daba mucho miedo decirle que le quería, se lo dije de una forma muy torpe. Él no me respondió, pero lo cierto es que ahora hablamos cada día. Una de las cosas que me molestaba, antes de su corta estancia aquí, es que a veces pasaban hasta 4 y 5 días sin saber de él. Supongo que yo no ponía mucho de mi parte, porque me quedaba esperando a que me llamara. Me sentía dejada y si tú no me llamas yo menos. De alguna milagrosa manera ha dejado de sucederme. Si me apetece le llamo y he dejado de preguntarme si no seré una pesada o si lo estaré agobiando. De repente he superado esa fase. He dejado de sufrir.
Me han dicho que esto sí que era ir en serio, que dejar un gato en casa del otro es mucho más que un cepillo de dientes.

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